Se buscan cintas amarillas. Las quiero de a montones: para mi mano, para el pecho, para la puerta, el balcón, el árbol de la esquina. Pero como no he podido conseguirlas, saqué del baúl de los recuerdos este pulso amarillo de los tiempos del pre, recuerdo que fue idea de una amiga. Liset lo sugirió, y Silvia lo materializó. La cuestión es que desde entonces la guardo como un preciado tesoro.
Un pulso de la amistad, del amor entre casi hermanas… qué mejor prenda para llevar estos días!!!